EL PINO DE LA CADENA

Eran las 9:25 cuando llegamos a Cercedilla. Aunque pensamos que aparcar seria una empresa difícil, descubrimos que no. Cerca del lugar de encuentro, la plaza Mayor había un parking gratuito.

Los primeros en llegar, esperaron al resto junto a la majestuosa estatua de Francisco Fernandez Ochoa. No tardo en llegar el grupo, ahora tocaba coger fuerzas para la ruta. Fuimos de bar en bar en busca de uno que nos acogiera. El bar Sánchez nos preparo unas mesas en la plaza y nos atendió servicialmente.

Iniciamos el camino en dirección a el polideportivo, el pueblo nos parecía muy chulo pero queríamos entrar en contacto cuanto antes con la naturaleza. Llegamos a una amplia senda y la foto de inicio de ruta no se hizo esperar.



Seguimos la senda, que de forma disimulada y suavemente nos iba ascendiendo. El paisaje era una preciosidad y la compañía más de lo mismo. Aquellos primeros kilómetros estaban siendo un agradable paseo.
Pasamos alguna que otra puerta en la que nos avisaban que había perros sueltos pero nada n vimos ni uno. El denso bosque nos absorvio aunque minutos después aparecimos nuevamente en otra amplia senda.


Llegamos a un pequeño claro donde nuestra imaginación, alegría y las ganas de disfrutar el lugar con aquellas preciosas vistas saco de cada uno de nosotros el crío que teníamos dentro. los bastones nos dieron mucho juego.


Atravesamos la pradera en dirección al río. El ganado dominaba el entorno teniamos que tener cuidado con no aproximarnos a los terneros por si sus madres se cabreaban. El prado era un barrizal donde algunos nos pusimos de barro hasta las orejas.





Llegamos al río, un puente nos facilitaba el paso. No nos resistimos a sacarnos alguna que otra foto en el lugar. la fuente que en el había fue ideal para una foto en grupo y el río... Nos dejamos llevar por el entorno y sacamos los fotógrafos que teníamos dentro. ¡Una cabaña!


 Ascendimos por un pequeño camino. Muchos no lo sabían pero aquello era un pequeño atajo para llegar al pino de la cadena.


Llegamos al pino de la cadena. Nos asombro que la cadena estuviera tan bien y que la placa siguiera hay.
















Iniciamos ña marcha. Cogimos la senda que nos llevaría hasta la pradera donde nos empantanamos. Nos acercamos hasta el río y montamos el campamento para comer.




Acabamos de comer y nos pusimos en marcha, La senda que seguimos era amplia y el paisaje era muy bonito. Atraá dejamos Siete Picos, 

Cogimos un nuevo sendero. Parecía que nos alejábamos de nuestro punto de partida. En realidad lo que hacíamos era volver por un lugar diferente, La vegetación y el paisaje cambiaron. Los pinos se fueron sustituidos por robles y el agua se hizo el ama del lugar.





La  senda nos llevo hasta unas edificaciones donde descubrimos que en una de ellas realizaban quesos y otros manjares. Una valla que ponia limite a los coches nos marcaba a nosotros que la civilización estaba cada vez más cerca.



La vías del tren la encontramos a la izquierda. Cuando nos dimos cuenta nos encontrábamos cruzando las vías, doscientos metros más y  llegábamos a la estación de Camorritos. Aquel lugar nos trajo recuerdos de preciosas rutas que realizamos.




Nos adentramos en una zona de chalets de los exteriores de Cercedilla. La amplia pista por la que fuimos nos mostró casas misteriosas, animales domésticos y una culebrilla que nos alegro el camino.





Llegamos a un precioso mirador desde el que divisamos Cercedilla. Desde aquel punto descendimos hasta el pueblo por pequeños y estrechos senderos hasta el pueblo y nuestro punto de partida.


Nos fuimos a los Molinos y entre risas y cervezas gritamos aquello de...
¡¡¡RUTA CONSEGUIDA!!!