SILLA DEL DIABLO

La lluvia amenazaban con fastidiarnos la ruta, pero. Los chic@s de Abantos somos muy de no desistir.
La pagina de www.eltiempo.es nos indicaba que a partir de las 9:00 am dejaría de llover. Lo acero casi, casi al 100%. Mi pagina preferida para ver el tiempo.
El punto original de quedada, era complejo y nos fue más sencillo esperarnos en el decathlon. Desde allí nos desplazamos hasta  la Calle Azuela, 39, 28400 Collado Villalba, Madrid. Aquel bar del polígono estaba chulísimo y el desayuno fue maravilloso.
Nos fuimos hasta el punto de partida, Avenida de  Águilas. Aparcamos los coches, cogimos el equipo y iniciamos el camino. 
Foto de inicio de ruta. El tiempo nos estaba acompañando.
 
Iniciamos la marcha por aquel camino claramente definido. Teníamos que ascender sí o sí. En pocos metros las chaquetas nos sobraban y paramos para quitárnoslas. Las vista eran impresionantes. Navacerrada, Siete Picos, el Escorial... Apenas habíamos descendidos unos metros y ya nuestros ojos estaban contemplando un paisaje precioso.
Como no ni dudamos en hacernos la típica foto de grupo. Las vistas se lo merecían.
Seguimos nuestro camino y nos encontramos con la primera formación rocosa, el pico del Águila. 

Los buitres eran los dueños del lugar, nos acercamos sigilosamente para obtener la mejor foto.

El Pico del Águila lo utilizamos como fondo a modo fotocol.


Nos despedimos del lugar y continuamos nuestro camino.
 
 Las predicciones meteorológicas seguían su curso. El paisaje mejoraba a cada paso que dábamos.




Superamos el Canto Hastial 1.374m y disfrutamos de las vistas.




 
Previsiblemente la niebla hizo su presencia . Sigilosamente la humedad empezaba a apoderarse de nuestros cuerpos. No dudamos, parada y todos a ponerse las cazadoras.

 A nuestra izquierda una valla de piedra y una doble alambrada de pinchos nos indicaban que no pasáramos. Estos militares, como se ponen, jo. Sí chic@s  esa zona es territorio de  Ingenieros de Hoyo del Manzanares.
 La niebla seguía invadiéndolo todo y nosotros sin darnos cuenta seguíamos subiendo. La silla del diablo, no se apreciaba y su acceso era complicado. Decidimos continuar la marcha hacia el siguiente objetivo. Teníamos que volver a pasar por el lugar así que a la vuelta veríamos haber si...
Ante nuestros ojos se podía apreciar el lugar más alto que visitaríamos. El Pico Estepar 1.403m.
 
Llegamos a el fácilmente, ahora solo nos quedaba conquistarlo. La niebla, las piedras mojadas y el musgo nos lo pondrían difícil. Los chic@s de Abantos, duros, audaces y tercos, conquistaron un nuevo punto geodésico.

El viento, niebla enfriaban el lugar y las vistas... Decidimos descender y en la base de esta formación rocosa encontramos el lugar propicio para comer.

Venga va, el Mija se quedo un rato aumentando su book fotográfico y descendió por otro lugar menos abrupto. Aquella cruz era muy fotográfica.


Comimos y reanudamos el camino. La niebla seguía sin levantarse, la silla del diablo la dejaríamos para otra ruta. Intentar acceder a un lugar para nada. Aun había mucho que ver. Seguimos caminando y a medida que descendíamos la niebla desapareció.
Mejor no arriesgar para nada.
Los paisajes aparecían nuevamente ante nuestros ojos, los caminos se apreciaban con nitidez y el agua hizo su presencia. Caminar intentando no caer en el agua era nuestro juego del momento.




El camino mejoro y de repente ante nuestros ojos teníamos un precioso mirador. Nos acercamos y contemplamos la belleza del lugar. Peñaliendre con su casa y su mirador se convirtió en nuestro nuevo punto fotográfico.










Las nubes en la sierra anunciaban lo que aquella noche sucedería en Madrid. Nosotros seguíamos con aquel día tan apetecible. Caminamos rápidamente, estábamos descendiendo y la meta cada vez estaba más cerca. Vallelargo, era una chulada y el camino muy apacible.




 Venga va! El Javier se puso delante a toda velocidad y  menudo surco dejo. Ja, ja Momento trinchera.

Rápidamente nos los kilómetros caían. El paisaje era muy chulo.




¿Qué es eso? ¡Nada, a investigar! ¡Una fuente!


El camino se ensancho, ahora todos caminábamos velozmente, el final de la ruta estaba cerca pero...

¡Sorpresa! ¡Sorpresa!







¡Que pensaban que la ruta se acababa así? ¡venga ya! Lo mejor siempre para el final. La Chorrera de Covacho fue mi sorpresita del día. de esto que ya no te esperas que la ruta te ofrezca nada más y...

















Ahora sí, ya no quedaba nada para el final de ruta. El tiempo seguía siendo espléndido y la ruta había sido una chulada.

Como siempre lo celebramos a lo grande.

 
¡¡ RUTA CONSEGUIDA!!