CABEZA MEDIANA

Sin perdida alguna todos llegamos al punto de partida sin ningún problema. Los bares que había en aquella área de entretenimiento seguían cerrados así que no nos quedo otra que iniciar la marcha cuanto antes.
La primer foto de inicio de ruta no pudo faltar. Una vez más éramos un grupo numeroso.

Comenzamos la ruta saliendo del aparcamiento por un sendero que sigue la orilla del río Lozoya aguas arriba, por el mismo lado del aparcamiento (derecho según subimos). Nada más salir del aparcamiento encontraremos un puente que lleva al restaurante la Isla y que no hemos de cruzar, pero merece la pena asomarse para ver la cascada que hay debajo. las fotos no pudieron faltar.


El sendero sigue avanzando entre robles y hermosos ejemplares de pino albar y enseguida llegaremos a la cascada que forma la Presa del Pradillo. Tanto la cortina de agua como el tranquilo embalse que encontraremos en la parte superior forman un bello entorno que merece la pena contemplar sosegadamente. Aquí fue el momento en el que todos nos hicimos fotos de todo tipo y todas las formas.










Continuamos el sendero que corría junto al rio. Las vistas eran especialmente bonitas.
El camino que debíamos seguir se encontraba a nuestra derecha. Cruzaríamos la carretera y cogeríamos la amplia pista que cómodamente nos llevaría a contemplar parajes preciosos.







 
 Empezamos a intuir a la derecha una inmensa pradera y fuimos hacia ella. El Mirador de los Robledos con su monumento al Guarda Forestal nos impacto. Las vistas eran de lujo. Contemplábamos Rascafria, el Paular, Peñalara....
 















 Continuamos el camino. Ahora nuestros ojos no dejaban de contemplar Peñalara, en todo su esplendor. La senda era muy cómoda y agradable.




 Llegamos a una preciosa pradera, con unas vistas espectaculares. Acabábamos de llegar a Cabeza Mediana, lugar que ponía nombre a la ruta y había un punto geodésico. Paramos para retomar fuerzas y contemplar el entorno.










































Javier tiro de zoom y pudimos contemplar la Granvía de Peñalara.








 Continuamos el camino, la senda seguía siendo una chulada.

 Hicimos el ultimo repecho de la jornada, al Collado Sarnoso. Una subida corta pero muy dura.





Llegamos a la cima y nos encontramos una pradera muy chula donde montamos el campamento para comer. Nos lo merecíamos.




 


La hora de comer llego a su final, nos tocaba seguir el camino. El paisaje hiba a cambiar drásticamente. Las praderas se acababan y el agua moldearía el nuevo paisaje que nos encontrábamos.









Intentamos cruzar el arroyo pero no encontramos ningún lugar donde hacerlo asi que retrocedimos y encontramos una senda que iba por toda la orilla de este hasta que llegamos a la carretera.
Descansamos y esperamos a tres rezagados que en un momento dado habían cruzado el arroyo y venían por el otro lado de este. Hay, hay!.
Seguimos una pequeña senda, que en algunos momentos solo existía en la imaginación del guía y del mapa que este llevaba. Algunos miembros del grupo dudaron sobre si estábamos en el buen camino. Je je. Todo guía sabe que un rio, sea el que sea lleva aun puente y sabiendo uno donde esta...

Encontramos la pista y  todos respiramos a gusto.  Ahora solo había que caminar por ella y llegábamos a nuestro punto de partida.
Pero, no todo ya estaba visto. El puente de madera del camino dio mucho de si.


 Pero aun quedaba el clásico de los clásicos, un puente con historia. El puente de la Angostura todo un histórico. Que recuerdos de aquella ruta veraniega.

 Llegamos nuevamente a la presa Pradillo, ahora el lugar era diferente más misterioso y acogedor. El descenso de la luz favorecía esa sensación.


 El ultimo tramite para llegar al coche fue muy divertido. Todos en fila esperando para bajar al camino que nos llevaba al parking donde estaba el coche.
Celebramos una nueva ruta, en el restaurante La Isla. La ruta había sido una preciosidad...
 ¡¡¡ RUTA SUPERADA!!!